Daniel
Blaufuks


TRES CUARTOS DE MEMORIA

14ª edición
10 de septiembre al 6 de noviembre de 2011

Extracto del texto de la exposición. El texto completo está disponible en portugués y en inglés

En principio, sus trabajos no parecen tener ninguna proximidad. Pero, a medida que fueron hablando sobre sus ideas – hacer una película a partir de los ojos de las pinturas de la colección (Blaufuks) y una obra llamada Concierto de párpados (Concerto de pálpebras) (Bernardelli), observé que había una sintaxis visual que los unía: la mirada como punto de partida.

Entre las aguas revueltas de Enrica y las aguas calmas de Daniel, percibí pulsiones que venían del tiempo. Lo que en Enrica era revuelto y en Daniel calmo era la forma de lidiar con el tiempo de la memoria que nos atraviesa a todos. Ambos tratan de la memoria y desean que ella pulse en el presente inmediato; en el instante.

La intervención Tres cuartos de memoria (Três quartos de memória), de Daniel Blaufuks, viene de la conci- encia de una imposibilidad totalizante de la memoria. La memoria del pasado y necesariamente vacía; llena de fallas, huecos, alternancias entre ausencias y presencias. Lo que el artista nos propone es percibir, en el abismo del pasado, el límite del vacío, cuyos contornos nos escapan, y aceptarlo. Él propone completar esa forma sin forma, que es el pasado, para que esta acción nos dé el contorno de nuestra memoria; de nuestro presente: por eso devenir pasado (devir pasado).

Concierto de párpados (Concerto de pálpebras), de Enrica Bernardelli, es una escena muda envuelta por sonidos de pájaros, cuyo canto nos trae de nuevo para la realidad inmediata de la vida, indicándonos que adentro y afuera no existe en el arte. Por eso las tenues cortinas de tul, que creó en la Sala Renacimiento (Sala Renascença), que separa el museo del propio museo, así como los párpados, cuyo movimiento nos lleva hacia adentro y hacia afuera de nosotros mismos, nos recuerdan la delicada y sutil separación entre un arte y una vida pulsante y una vida adormecida en lo cotidiano. La artista se curva sobre el abismo del futuro, con una convicción del misterio y de lo desconocido, indicándonos un tiempo que no se deja presionar por el miedo de lo imponderable, pero que lo desea como motor de la forma en mutación; metamorfosis del tiempo de las sensaciones: por eso devenir futuro (devir futuro).